Diálogos Urbanos: Ciudades del Futuro

Miradas Locales: Mónica Fein

11 agosto, 2024

IDUF

La ex intendenta de la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, comparte su punto de vista sobre cómo mejorar la planificación de las ciudades para promover el bienestar, la convivencia y las oportunidades.

¿Cuáles son los principales desafíos para mejorar la provisión de bienes y servicios que impactan en el bienestar de la sociedad en tu ciudad?

Contar con un buen diagnóstico participativo. Es importante conocer en profundidad las necesidades de cada barrio y de la ciudad en general, para lo cual es necesario desarrollar procesos participativos escuchando las voces de las instituciones, vecinos y vecinas. En las grandes ciudades, como Rosario,  que han desarrollado una política descentralizada,  la gestión de proximidad encauzada desde cada distrito se torna fundamental.

Desarrollar “Planes Generales” y “Planes de Distrito”. Sobre la base de un ajustado diagnóstico, definir las principales acciones y proyectos a desarrollar en un corto, mediano y largo plazo aseguran mayor previsibilidad, eficacia y aceptación de la gestión. 

Poner a prueba nuevos mecanismos para la ejecución de proyectos. La actuación público/privada, la asociación con instituciones barriales, y el uso de formas consorciadas pueden resultar de ayuda para agilizar y hacer más eficientes las acciones a desarrollar. 

¿De qué manera crees que se puede mejorar la convivencia urbana?

En términos generales, la convivencia urbana se podrá mejorar a medida que se puedan disminuir las diferencias existentes entre los distintos núcleos poblacionales.

En términos particulares, es importante conocer y entender las demandas de la población perteneciente a diferentes grupos etarios, visualizando sus vivencias y respondiendo a sus expectativas respecto a las formas de vivir en la ciudad. 

También es importante darle un lugar especial a los reclamos de género generando lugares seguros y garantizando a la mujer la accesibilidad en proximidad a los servicios básicos, para facilitar su inserción y desempeño en el ámbito laboral. 

Otro punto a considerar son las infancias. En este sentido, la ciudad de Rosario lleva más de una década pensándose con los niños y las niñas, proyecto del pedagogo Francisco Tonucci, quien entiende la importancia de esas voces para planificar una Ciudad.

La atención a los adultos mayores constituye hoy un importante desafío. La pandemia nos dejó como enseñanza, entre otras muchas cuestiones, la necesidad de repensar la forma de atención de los adultos mayores. Hoy en el mundo se analiza, particularmente, la incorporación de nuevas pautas de diseño para abordar la construcción de los lugares de residencia.

También, a partir de la pandemia, se ha hablado mucho de la “ciudad de los 15 minutos” o “ciudad de cercanía”, retomando y valorando el antiguo concepto de vecindario. Se intenta garantizar que la mayoría de los ciudadanos estén a una distancia de proximidad, caminable y/o en bicicleta, para cubrir sus necesidades básicas de trabajo, compra de insumos diarios, educación, acceso a centros de atención primaria de la salud y recreación, entre otras. 

Nuevamente aparece aquí la intención de crear una ciudad descentralizada, policéntrica y multiservicio, como mencionamos anteriormente.   

Pensando en largo plazo, ¿cómo te imaginas que deberían ser las ciudades para garantizar oportunidades de desarrollo de las próximas generaciones?

Las ciudades deben ser planificadas. Muchas veces afirmamos que la ciudad de Rosario es producto de sus planes. Varios Planes Urbanos (desarrollados desde 1930 hasta la actualidad) y tres Planes Estratégicos (elaborados en la última década) dejaron sus huellas en la ciudad favoreciendo significativos procesos de cambio. La Planificación Estratégica constituyó para la ciudad una manera de impulsar un proceso de construcción colectiva, estableciendo acuerdos cimentados sobre la base de diferentes miradas. La experiencia desarrollada permitió incorporar a lo largo de los años transcurridos múltiples perspectivas legitimando propuestas de manera transparente, horizontal y abierta. Su inclusión significó producir cambios en el sector público, modificar conductas en el sector privado y visualizar de un modo distinto a las organizaciones de la sociedad civil.

Las ciudades deben ser inclusivas. Es indispensable la atención de las diferencias barriales con la apuesta a una distribución territorial equitativa de los equipamientos comunitarios (vinculados a la salud, la educación, la cultura,  la recreación y el deporte, los espacios verdes públicos, y a la atención integral de las familias más vulnerables, entre otros). Esto demanda por parte del Estado una reorganización de su estructura institucional y el armado de un modelo particular de gestión de la ciudad. 

Las ciudades deben ser seguras. La seguridad tiene que ser abordada en su sentido amplio. No se trata solo de poner más policías en las calles. Se trata de generar nuevos puestos de trabajo y de capacitar a los jóvenes para que puedan acceder a los mismos. Se trata, fundamentalmente, de mejorar la situación habitacional en los sectores más carenciados generando condiciones de vida digna y garantizando a la población el acceso a los servicios básicos.