La vida en cuarentena trajo consigo cambios significativos en los hábitos de las personas, desafiando concepciones previamente incuestionables. En la vida de niños y niñas, el uso de la tecnología se incrementó considerablemente, no solo con fines recreativos, sino también educativos. Sin embargo, esto ha venido acompañado de un aumento en las consultas relacionadas con el uso y consumo problemático de la tecnología en la infancia.
En primer lugar, es importante considerar el uso de la tecnología con fines recreativos como una opción más entre otras. Del mismo modo en que dedicamos tiempo a elegir un juguete, un juego de mesa o un libro que fomente el aprendizaje o la estimulación en el desarrollo de nuestros hijos, podemos asumir un rol activo en la selección y acompañamiento de lo que vivencian a través de la tecnología. Acompañarlos mientras ven series o películas, o permitirles que nos muestren a qué juegan o qué les gusta de lo que aprenden, es una manera de integrar la tecnología en su desarrollo y en nuestro vínculo con ellos.
Otro aspecto a considerar es limitar la oferta de dispositivos electrónicos portátiles, para evitar que la demanda por su uso sea constante y en cualquier contexto. Al contrario, el uso de computadoras y televisores puede circunscribirse al hogar, limitando el uso de la tecnología y facilitando su socialización en otros entornos.
El tiempo frente a la tecnología: ¿qué es lo óptimo?
La Sociedad Argentina de Pediatría recomienda que los niños no utilicen pantallas hasta los dos años. Sin embargo, la realidad muestra que comienzan a interactuar con la tecnología a una edad muy temprana y con una intensidad diaria significativa. No obstante, el uso de la tecnología no debería medirse únicamente en términos de tiempo. Más que enfocarnos en reducir el tiempo que los niños pasan frente a la tecnología, lo importante es asegurar que esta no sea la única actividad que realicen. Es crucial ofrecerles alternativas para su entretenimiento y permitir que se aburran, ya que el aburrimiento es fundamental para que surjan el juego y la imaginación.
En un mundo donde se presiona de manera constante a los niños para que estén haciendo algo, ya sea jugando, haciendo tareas o ejercitándose, se les priva de la posibilidad de aburrirse. El aburrimiento es esencial para su desarrollo, ya que permite que la creatividad y el juego florezcan. Los juegos, la lectura, la actividad física, el deporte, y también la tecnología, son igualmente importantes para el desarrollo subjetivo.
El impacto de la tecnología en la autonomía infantil
En los últimos años, la sobreprotección hacia la infancia ha modificado radicalmente la manera en que se percibe su independencia, especialmente en los espacios públicos. Lo que antes era habitual —ver a niños y niñas jugando en la calle— hoy se ve como un riesgo. Este cambio de perspectiva, combinado con el auge de la tecnología, ha hecho que los espacios físicos cedan terreno a los virtuales. Las calles se vacían, mientras las pantallas ocupan ese espacio, percibidas como un entorno más seguro. Sin embargo, esta sensación de seguridad es engañosa.
El uso extendido de la tecnología ha contribuido a que los niños pierdan autonomía fuera del hogar. Pasan más tiempo interactuando con dispositivos que explorando el mundo real, lo que les priva de valiosas oportunidades de socialización y aprendizaje autónomo. Aunque la tecnología ofrece entretenimiento y recursos educativos, no puede reemplazar la importancia de las experiencias vividas en los espacios públicos, donde los niños desarrollan habilidades clave para su crecimiento personal y social. Es por eso que se recomienda favorecer que niños y niñas recuperen la autonomía para circular en espacios públicos a edades tempranas, promoviendo una mayor conexión con su entorno y reduciendo su dependencia de la tecnología.
Lic. Florencia Casabella – Psicóloga (M.N. 57.008)
Presidenta Fundación Potenciar Argentina