Observatorio de la Vida Urbana

Un oasis verde en la 9 de julio

8 julio, 2025

Hernan Roitman

¿Y si la avenida más ancha del mundo volviera a ser un lugar para caminarla, pedalear y encontrarse?

En pleno corazón de Buenos Aires, la Avenida 9 de Julio encarna una paradoja urbana: su escala monumental contrasta con la escasez de espacio público de calidad y verde. Desde MUTA (Movimiento Urbano de Transición Ambiental) y el IDUF (Instituto para los Desafíos Urbanos del Futuro) elaboramos un proyecto detallado: convertir Cerrito y Pellegrini en calles de convivencia, rediseñar bulevares y sumar una bicisenda, recuperando más de 1 km lineal y alrededor de 10.000 m² de espacio público para peatones, bicicletas y naturaleza.


De autopista urbana a corredor de convivencia

Hoy la 9 de Julio actúa como barrera: articula Retiro con Constitución pero a costa de segregar modos activos de transporte. Cerrito y Pellegrini funcionan como colectoras que absorben tránsito que podría evitarse. El proyecto propone reconvertirlas en calles compartidas, inspiradas en modelos europeos, priorizando peatones y ciclistas, limitando velocidad a 10 km/h y permitiendo acceso solo a frentistas, emergencias y servicios.


Datos que sostienen la transformación

La propuesta se basa en datos concretos: solo el 18% de los viajes diarios en el AMBA se hacen en auto particular, mientras peatones y transporte público sostienen la mayor carga de movilidad. Liberar espacio vial para personas es una forma justa y eficiente de redistribuir el espacio urbano. Además, se calculó que con la intervención podrían sumarse unos 10.000 árboles y arbustos de especies nativas, aportando biodiversidad y hábitat para aves urbanas.


Beneficios ambientales múltiples

La nueva infraestructura verde funcionará como pulmón natural: reducirá la isla de calor urbana —el asfalto actual concentra hasta 8 grados más que zonas arboladas—, filtrará contaminantes y mitigar á el ruido del intenso tránsito. A la vez, incorporará suelos permeables que absorberán agua de lluvias extremas, ayudando a drenar mejor en eventos cada vez más frecuentes por el cambio climático.

Sumar vegetación nativa en el centro porteño permitirá además recuperar aves y fauna pequeña. Experiencias comparables muestran cómo las calles verdes urbanas atraen insectos polinizadores, aves y hasta pequeños mamíferos, contribuyendo a la salud ambiental y el bienestar de quienes usan la ciudad.


Más que un corredor verde: un atractivo turístico y social

El proyecto también busca revitalizar la vida cultural y económica de la zona: un espacio caminable, arbolado y con áreas de estar, puede integrar nuevos usos: ferias barriales, paseos culturales y circuitos turísticos que conecten con el Teatro Colón y otros íconos de la 9 de Julio.

Referentes internacionales, como la remodelación de los Campos Elíseos, muestran que resignificar grandes avenidas aporta competitividad y calidad de vida. En este caso, se incorporaron lineamientos de diseño de calles de convivencia exitosas en Europa para garantizar accesibilidad universal, seguridad vial y comodidad.


Una intervención realista y progresiva

El plan contempla fases: prueba piloto, participación de frentistas, monitoreo de flujos de tránsito, incorporación de mobiliario urbano y señalética. Todo con perspectiva de accesibilidad y mantenimiento a largo plazo.

Sabemos que transformar la 9 de Julio no es sencillo: requiere coraje político, un marco legal claro y respaldo de la ciudadanía. Pero es la única vía concreta de sumar espacio verde en un área donde no hay suelo disponible. Convertir asfalto en plazas lineales es el paso lógico para una Buenos Aires más resiliente.


Un símbolo de transición urbana

La peatonalización de Cerrito y Pellegrini es más que una obra: es una declaración de principios. Apostamos por una ciudad que se adapte al cambio climático, que amortigüe lluvias extremas y mitigue calor y contaminación. Una ciudad que convoque a caminarla, vivirla y cuidarla.